lunes, 23 de septiembre de 2013

Comienza el viaje

Son las 9.50 cuando me pongo las gafas de sol para comenzar a escribir esta entrada desde la estación de autobuses de Oviedo. La tranquilidad que se respiraba en el vehículo desde que iniciamos el camino en Gijón ya se ha roto mientras el sol comienza a subir, y ahora el vehículo va casi lleno. Nueve horas me separan de Marrakesh, la ciudad casi milenaria que los franceses convirtieron en uno de los centros mundiales del viaje de lujo y exotismo. Para mí, sin embargo, será sólo una parada intermedia antes de dirigirme a la cordillera del Atlas y a los valles del Dadès, el Ziz y el Draa, en los confines del desierto de Marruecos.

Tras unos días en Marrakesh, me dirigiré al pueblo bereber de Imlil, donde comienza la ascensión al Djebel Toubkal, que con 4167 metros es la montaña más alta del norte de África. Como a estas alturas aún no hay nieve, la subida es sencilla, y se puede realizar en dos días. Después, la idea es coger desde Imlil un autobús hasta Tin Mal, cuya mezquita es la única del país abierta a los no musulmanes. Para llegar al pueblo hay que subir el puerto de Tizi n'Test (2092 metros), el más precario de los dos que atraviesan el Atlas. Habrá que ponerse en manos de la prudencia de los conductores locales, ya que en fotos la subida parece bastante peligrosa.

De vuelta en Marrakesh, el viaje cambiará totalmente, y alquilaré un coche, en concreto un Dacia Logan sin aire acondicionado, ya que con él el alquiler subía unos 120 euros más. Para poder tomar rumbo al este es necesario atravesar toda la ciudad, lo que no parece fácil con el "agresivo" estilo de conducción marroquí. En esta ocasión, cruzaré el Atlas por el puerto de Tizi n'Tichka (2260 m), que al ser el principal paso tiene una calzada más ancha y mejor cuidada. Espero que mi nula experiencia conduciendo en montaña no sea mayor problema. Ya en la llanura semidesértica, la ruta continúa atravesando pueblos de barro como Aït Benhaddou, oasis como Skoura y gargantas como la del Dadès, en las que la carretera llega a realizar hasta 30 revueltas en poco más de 1 kilómetro. Al llegar a Merzouga, ya cerca de la frontera argelina, comienza el Erg Chebbi, el principal desierto de dunas de Marruecos, donde espero poder tener la oportunidad de dormir entre los tuareg, los legendarios hombres azules del desierto. Los erg se distinguen de la hamada, el otro tipo principal de desierto, que en lugar de ser de arena es pedregoso y en el que me adentraré al sobrepasar Zagora durante el viaje de vuelta. En él, la carretera continúa atravesando pueblos de barro a lo largo del curso del Draa, hasta que vuelva a tomar el mismo camino de la ida camino del Tizi n'Tichka.

PD: Parece que la aplicación de Blogger para el móvil no está tan mal.

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